BENJAMÍN G. ROSADO / EL MUNDO


  • Da Vinci era hijo de una campesina huérfana y de un próspero abogado, según detallan las últimas investigaciones
  • Su ‘Mona Lisa’ usaba agua de caracol, que entonces se empleaba para tratar enfermedades venéreas
  • La modelo, enferma, pasó sus últimos años en un convento de monjas en Florencia

 

Los autores de un nuevo libro sobre la Mona Lisa aseguran que la madre de Leonardo da Vinci fue Caterina di Meo Lippi, una campesina que a los 15 años quedó embarazada de un próspero abogado florentino. Desvelan también algunos secretos de la modelo del famoso cuadro, que pudo haber muerto de sífilis.

Martin Kemp, profesor emérito de Historia del arte en el Trinity College y la Universidad de Oxford, describe su último libro -Mona Lisa: The People and the Painting- como «un acto de limpieza histórica». Ha buceado en los archivos toscanos para resolver algunos interrogantes relacionados con el cuadro. «Me atrajo la meticulosa investigación de Giuseppe Pallanti [coautor del libro] sobre las personas involucradas en la Mona Lisa», cuenta a Crónica. «Así que le propuse trabajar juntos parar tratar de localizar en la pequeña ciudad de Vinci a Caterina, la madre de Leonardo».

El primer hallazgo importante no se hizo esperar: Caterina di Meo Lippi, cuya identidad se había mantenido en secreto durante casi seis siglos, fue una campesina huérfana que a los 15 años quedó embarazada de Piero da Vinci, un próspero y joven abogado miembro de una rica familia de nobles florentinos. «Hasta ahora se había especulado con la posibilidad de que fuera una esclava de origen asiático al servicio de Piero, pero varios documentos de la época la sitúan en 1451 en una vieja casa de campo ubicada a algo más de un kilómetro de Vinci».

Según Kemp, Leonardo fue el hijo ilegítimo de Caterina y Piero, que ya estaba prometido en matrimonio. Nació el 15 de abril de 1452 en la residencia del abuelo paterno, Antonio da Vinci, y no en la famosa Casa Natale de Anchiano, que fue restaurada hace unos años y que alberga un pequeño museo hasta el que cada año peregrinan miles de turistas. «Nuevas evidencias históricas sugieren que los amantes del arte y los entusiastas de la Mona Lisa habrían estado visitando el lugar equivocado», sostiene.

De acuerdo a una declaración de impuestos del abuelo, de 1457, a los cinco años Leonardo seguía viviendo con él. Caterina ya había contraído matrimonio con un granjero local llamado Antonio di Piero Buti, por lo que Kemp sugiere queLeonardo, a pesar de ser hijo bastardo, siguió manteniendo relación con su padre. «Tras analizar los impuestos de la familia Lippi y Buti, resulta más que probable que Piero da Vinci [que llegó a ser notario y embajador de la República de Florencia] hubiera provisto una dote para que la joven y desamparada madre de Leonardo pudiera casarse».

«Éste es un acto de limpieza histórica» dice a ‘Crónica’ el autor de la investigación

El libro también arroja luz sobre Lisa del Giocondo y su marido. Lejos de ser un distinguido comerciante de seda florentino, como se pensaba hasta ahora, Francesco se ganaba la vida vendiendo azúcar de Madeira e importando cuero de Irlanda. Kemp sugiere que podría tratarse incluso de un famoso negrero de la época. «Se dedicaba a la seda, pero invertía en cualquier cosa que pudiera darle dinero, incluyendo el tráfico de esclavos», explica. «Cuanto más sepamos sobre la vida de los participantes en el cuadro mejor llegaremos a entender la repercusión histórica de la Mona Lisa.

Hace unos años, el profesor Giuseppe Pallanti acaparó titulares de los periódicos al demostrar que la modelo de enigmática sonrisa en la que se basó Leonardo para su famosa Gioconda murió el 15 de julio de 1542 a los 63 años en el convento de Santa Úrsula de Florencia. El investigador se basó en un registro de fallecidos de la parroquia de San Lorenzo que le llevó a recopilar nueva documentación, como varios recibos de las religiosas. En uno de ellos, incluido en el libro de Kemp y Pallanti, aparece el nombre de Lisa del Giocondo vinculado a la compra de agua de caracol (acqua di chiocciole), que entonces se empleaba para tratar la sífilis y otras enfermedades venéreas.

Viuda y enferma, Lisa del Giocondo pasó los últimos años de su vida en el convento, asistida por una monja, Lucía, tal y como había dispuesto su marido. A la espera de los resultados de los análisis de ADN que desde 2013 se está practicando a los restos óseos de la familia Giocondo encontrados en la Basílica de la Santísima Anunciación de Florencia, algunos investigadores sugieren que la modelo de Da Vinci pudo haber contraído la sífilis. ¿Fruto quizá de relaciones extramatrimoniales? «El extracto de agua de caracol se utilizaba para curar este tipo de infecciones, pero no creo que la Mona Lisa fuera una mujer ligera de cascos», concede Pallanti.

Para su investigación, Kemp y Pallanti se han basado en documentos previamente ignorados por los estudiosos que se conservan, al alcance de cualquiera, en Florencia y de Vinci. ¿A qué obedecen estos ángulos muertos en el retrovisor de los historiadores? «Me inclino a pensar que para los académicos resulta muy poco atractivo y algo farragoso adentrarse en declaraciones de impuestos y documentos de la época que, aparentemente, no llevan a ninguna parte», dice Kemp. «No creo que nuestros hallazgos puedan molestar a nadie. Más bien abren la puerta a futuras investigaciones».

Mientras que Pallanti asegura haber disfrutado con la lectura de El código Da Vinci de Dan Brown, que ha elegido España como escenario de su próxima novela, Kemp espera que su libro acabe con las mentiras y los mitos en torno a la Mona Lisa. «Hemos tenido que escuchar todo tipo de barbaridades, como que la modelo es el propio Leonardo, una prostituta o incluso una amante de Giuliano de Medici. En cuanto a Brown, creo que es profundamente deshonesto a la hora de vender su libro. La historia es historia. Y la ficción, ficción».