Por Ramón Valdez
José (Pepe) Mujica, en su reciente visita a República Dominicana, participó en varios eventos, incluyendo una reunión con el Presidente dominicano. Al salir del Palacio Nacional, Mujica expresó a la prensa: “Todos los países de Centroamérica tienen una bajísima presión impositiva. No sé cómo hacen para vivir con impuestos tan bajos.” Y luego más adelante manifestó: “Así que me lo encuentro milagroso, el Gobierno de República Dominicana”.
Mueve a suspicacia que se resalte el calificativo milagroso, empleado por el expresidente uruguayo, precisamente en un momento en que el Gobierno pretende imponer nuevos incrementos tributarios. Sin dudas, al prestigioso visitante le ocultaron aspectos relevantes de cómo funciona el sistema impositivo dominicano.
El verdadero milagro es realizado por las familias dominicanas para poder sobrevivir al día a día: cada familia tributa de forma encubierta y suple con ingresos propios las incapacidades del Estado; la presión tributaria es técnicamente baja, pero es altísima la inversión que tienen que hacer los hogares para satisfacer necesidades colectivas que el Estado no les garantiza.
Pagar un costoso servicio de salud privado, pues el público es precario: muchos de los hospitales no tienen las condiciones básicas, los pacientes deben comprar los medicamentos, no hay suficientes camas, largas filas para consultas, el seguro familiar de salud tiene baja cobertura y requiere un plan complementario.
La cobertura de la educación se mantiene por debajo de las metas, y la calidad educativa está mal parada en América Latina: más de la mitad de los estudiantes de Básica y Media acuden al sector privado, y sus familias deben lidiar cada año con altas tarifas para cubrir colegiaturas, libros y materiales didácticos.
El agua para el consumo humano no alcanza a todos los ciudadanos, ni todos los días, con una profunda desconfianza en su pureza, es decir un problema crónico de cobertura y de calidad, lo que explica que el 81% de la población dominicana consuma agua embotellada, pagando las familias casi un dólar y medio por el consumo de un día. Además de hacer cisternas, comprar tinacos, y sistemas para bombear el agua.
La combinación letal de violencia, criminalidad, corrupción e impunidad, potenciada por la grave y justificada desconfianza en la Policía y la Justicia, provocan una fuerte inversión de las familias en seguridad: guardianes privados, alarmas, cámaras de vigilancia, entre otros.
Asimismo, el costo de transporte representa el 17.3% del gasto total del presupuesto familiar, solo detrás del gasto en alimentos. Además de toda la carga de tiempo, estrés, disgusto e impotencia al moverse en las calles de las ciudades dominicanas.
La falta de un suministro eléctrico estable obliga a la población a poner en práctica “soluciones individuales” que afectan el ingreso familiar: inversores, baterías, plantas eléctricas y otros parches, que se suman al pago de la factura eléctrica de cada mes.
Comprar inversores, baterías, seguridad privada,pagar colegios y universidades privadas, clínicas, agua, y un largo etcétera, disfrazan el denominado milagro de la baja presión tributaria, porque el Estado ha fallado.Y ni hablar de las figuras impositivas que agreden cualquier iniciativa de negocios y que empujan la economía hacia la informalidad.
En República Dominicana el 20% más rico de la población concentra el 55.1% de los ingresos, y el 20% de los más pobres tiene que sobrevivir con solo el 3.4%. El sistema tributario es regresivo y con fuerte inequidad al redistribuir muy poco la riqueza. Del total de impuestos del 2015, los consumidores pagaron el 57.1%, y los ingresos y propiedades el 42.9%. Pero las ganancias de las empresas solo representaron el 19.2% y las propiedades el 5.37%, lo demás fueron los salarios e ingresos de las personas que trabajan.
En el país, en 2014 la evasión del ITBIS se situó en 29.7% de las recaudaciones, y las exenciones 49% del total del gasto tributario, equivalentes a RD$212,378.9 millones, según el propio director de la DGII. La evasión y el aprovechamiento de exenciones solo lo pueden hacer las empresas y los ricos. Por esto Mujica también afirmaba que los ricos no pagan o pagan muy poco.
Un dato relevante del Uruguay es la confianza en sus instituciones y en sus políticos. Pero para “aderezar” el milagro dominicano ¿Quién apoyaría subir la presión tributaria, pagar más impuestos para que legisladores, alcaldes, regidores tengan jeepetas, guardaespaldas, sueldos de lujo, gasten millones diarios en publicidad, y para financiar la enorme corrupción?
Al parecer a Mújica no le dijeron que en República Dominicana los que trabajan y se esfuerzan, pagan con su trabajo y sudor, el estilo de vida, los excesos y corrupción, de los que no trabajan y viven a costa del bienestar de la mayoría.