Dimite el Gran Maestre de la Orden de Malta para intentar curar una fuerte crisis de confianza
CIUDAD DEL VATICANO, ROMA.- Matthew Festing, príncipe y gran maestre de la Orden de Malta ha demostrado que también es un caballero: para facilitar una salida a la profunda crisis de confianza que reina en el gobierno de la Orden de Malta, ha dado un paso atrás y ha dimitido. Y así quizá ha evitado un cisma en esta institución de más de 800 años de historia.
El martes el Papa le pidió que dimitiera, y él lo hizo inmediatamente. Por eso, Francisco le ha agradecido públicamente esta prueba de «lealtad y devoción hacia el Sucesor de Pedro» y su «disponibilidad para servir humildemente al bien de la Orden de Malta y de la Iglesia católica».
Es el nuevo capítulo de una historia que comenzó en noviembre, cuando Festing perdió definitivamente la confianza en su número tres, Albrecht von Boeselager, el «gran canciller». Este cargo incluye las prerrogativas del ministro de Interior y de Exterior de la Orden.
El Vaticano entró en escena cuando el cardenal Raymond Burke, representante del Papa ante la Orden, solicitó el aval de Francisco para la destitución del canciller. El pontífice le respondió que debían resolver la crisis con el diálogo y no con la expulsión.
Sin embargo, el martes 6 de diciembre el gran maestre pidió a Boeselager que dimitiera, y ante su negativa, inició un expediente disciplinario que suponía la suspensión de su pertenencia a la orden y el cese en todos los cargos que ejercía. La orden explicó entonces que «el representante del Santo Padre ante la Orden apoya al Gran Maestre en su decisión».
El canciller no se rindió fácilmente y apeló la decisión a la Santa Sede.
Cuando fue informado de lo ocurrido, el Papa no se reconoció en la decisión de su representante e instituyó una comisión formada por cuatro miembros de la Orden para que investigase lo ocurrido y le informase.
La Orden de Malta reaccionó con dureza y dijo que «la sustitución del gran canciller es un acto de la administración interna del gobierno y, en consecuencia, cae exclusivamente dentro de su competencia». Dijo que la comisión era «el resultado de un malentendido de parte de la Secretaría de Estado de la Santa Sede».
Sucesivamente confirmó, junto a su respeto al Vaticano, que consideraba «jurídicamente irrelevante» la investigación, y que no colaboraría con ella «para proteger la soberanía de la orden».
A mediados de enero la situación se hizo insostenible cuando la orden lanzó una investigación interna a los miembros de la comisión vaticana por supuesto conflicto de intereses. La Santa Sede respondió con un duro comunicado en el que rechazaba «cualquier intento de desacreditar la persona y el trabajo» de los investigadores.
Cuando este martes el Papa se reunió con el Gran Maestre, le pidió que dimitiera para forzar una salida de la crisis.
A pesar de que su cargo es vitalicio, Matthew Festing ha convocado un «soberano consejo extraordinario» que este sábado aceptará su «renuncia al oficio de Gran Maestre». La Orden de Malta quedará en manos del gran comendador Frey Ludwig Hoffmann von Rumerstein, hasta que el Papa nombre un nuevo delegado apostólico que presida la próxima elección de un nuevo líder.
Después de tantos despropósitos, la dimisión del Gran Maestre es un gesto contundente de obediencia al Papa, y el primer paso atrás de la Orden de Malta para sanar esta crisis y comenzar de cero.