Una escoba, un recogedor de basura y una carretilla son parte de las herramientas que portan hombres y mujeres anónimos que, sin poseer super poderes, se convierten en héroes de su comunidad al integrarse como voluntarios para reparar las comunidades afectadas por el huracán María.
No tienen capas ni calzoncillos por encima del pantalón como Batman o Superman, pero sus vestimentas anaranjadas y sus chalecos de trabajador social se distinguen desde lejos.
“Yo estoy recogiendo la basura y las matas que tumbó el ciclón, estoy desde las 5:00 de la mañana limpiando el malecón porque no podemos dejar que nuestra ciudad se caiga”, afirma Pedro Aponcio, quien se ofreció como voluntario para limpiar el malecón de Samaná, en la zona nordeste del país.
Algunos no son voluntarios sino que trabajan para los ayuntamientos o el ministerio de Obras Públicas, pero de igual forma cumplen con su deber de quitar los árboles que obstruyen el tránsito o los postes de luz caídos.
“Mientras las personas están resguardadas en sus casas o refugios, nosotros cumplimos con nuestro deber”, asegura Iván Santos, empleado de Obras Públicas. Otros como los socorristas de la Defensa Civil, personal del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y la Unidad de Bomberos, así como los del Sistema de Emergencias 911, no descansaron ni un segundo durante el paso del huracán María.
LA ESTATUA DE LA BALLENA:
Después del paso del fenómeno atmosférico, en Samaná imperaba el desorden, la basura en la calle y las ramas en el suelo. La estatua de la ballena, principal monumento de Samaná, estaba rodeada de agua en horas de la madrugada.
No obstante, debido a la labor de los voluntarios y el personal de los organismos de socorro, ya en horas de la noche, el centro de esta provincia se encontraba en la normalidad. Así como aquellos hombres y mujeres madrugaron para cumplir con su labor, de la misma forma regresaron a sus hogares con la satisfacción del deber cumplido.
