SANTO DOMINGO, R.D. (DL).- Pasó de recoger café y habichuelas en el campo a ser un exitoso empresario dominicano. De mesero a desarrollador de software. A pesar de que hoy maneja millones, Christhian Corcino (CEO Intellisys) asegura que si tuviera que volver a lavar platos lo haría.
Diario Libre conversó con este cibaeño, de 39 años, sobre sus orígenes y los pasos que dio para llegar no solo a ser un gran empresario sino para mantener su humildad.
Hablemos de tu niñez, de tus orígenes
Soy de Manabao, de un campo de Jarabacoa. Recuerdo que mi primer juguete era un machete, debía tener cuatro años. Trabajé en el campo recogiendo café pero también allí empecé la escuela en el paraje Mata de Limón. Además trabajaba en la agricultura, ayudé a desyerbar, en la cosecha recogía habichuela, haciendo chimi y en una “mueblería”.
Cuando comencé el cuarto de la primaria me mudé a Jarabacoa y seguí estudiando ahí.
En el trabajo que más duré fue en el colmado de mi casa cuando tenía diez años, hice eso hasta salir del bachillerato. Nada fuera de lo común, un campesino normal.
Comencé a interesarme por los estudios porque como me iba bien en la escuela, me daban menos responsabilidades en la agricultura.
Eres hijo de una madre soltera, ¿qué pasó con tu padre?
Hubo una separación cuando yo tenía nueve años. Desde ese tiempo hasta ahora lo he visto como dos veces.
¿Cómo recuerdas ese episodio en tu vida?
Siento que no es preferible pasar por eso. No es que uno lo recuerde con gratitud pero una vez pasa uno tiene dos opciones: se hace más fuerte o deja que eso lo afecte. Yo elegí hacerme más fuerte.
Siento que cuando alguien como tu papá se va y tú jamás lo ves, entonces uno está preparado para cualquier cosa, ya sea otra persona o cualquier cosa que tú tenga en la vida que se vaya en cualquier momento, entonces uno no le tiene mucho apego a muchas cosas tanto materiales como no materiales.
(Esa situación) me ha hecho madurar más rápido y me ha desensibilizado más joven de lo que debería de ser, pero a uno le dan cartas en la vida, uno no las elige, esas fueron las que me dieron y esas son las que tengo que jugar.
Viviste un tiempo en Estados Unidos. ¿Cómo llegaste allí y cómo fue la vida en ese país?
Mis familiares ayudaron a mí mamá para que se fuera y ella me pidió con residencia. Después de graduarme en el bachillerato duré un año más y me fui a los 19 años para Nueva York.
Fue normal, aunque algunos piensan que estábamos pasando trabajo, no lo creo. Primero trabajé en un supermercado empacando, después regué libros en la calle de la guía telefónica, después entré a trabajar como lavaplatos en un restaurante, después como Coffee boy.
Estudié como becario en la universidad de Queens College. Empecé a estudiar Computer Science, agregué matemática, economía, nunca me gradué, pero nunca dejé de trabajar.
Siento que la gente cuando va a la universidad busca un título, yo no estaba buscando eso, estaba buscando aprender, cuando empezaba un tema que ya aprendía lo suficiente ya podía seguir en otro. Pero en tecnología para trabajar no necesitas un título sino hacer valer lo que tú haces. En tecnología el título es simbólico.
¿Cómo te conviertes en el Chris Corcino que eres ahora?
Cincuenta por ciento se debe a las cosas que uno hace y el otro a las oportunidades que te dan las otras gentes. Siento que he sido muy afortunado de todas las oportunidades que me ha dado la vida. La parte mía ha sido ser dedicado y cada tarea que tengo en frente hacerla con el mayor empeño posible.
Fundé mi primera empresa en 2007.
En la actualidad es presidente de la empresa Intellisys que ofrece servicios de desarrollo de software fuera del país, socio de la compañía Rexi, que ayuda al usuario financiero a elegir los productos financieros que necesita y es creador del Cincinnatus Institute of Craftsmanship, que da entrenamiento a personas que quieren trabajar en desarrollo de software.
¿Cuál ha sido el trabajo más difícil que has hecho?
No encuentro nada difícil. Si me preguntan cuál es el trabajo del que más he aprendido es cuando trabajaba de Coffee boy porque aprendí a trabajar con los clientes y a, independientemente de las frustraciones, mantener la calma y el buen servicio. Siento que ahí adquirí mucha inteligencia emocional que luego me sirvió cuando comencé a trabajar como programador en una compañía.
¿Qué tan difícil es ser desarrollador de software?
Si tú das para desarrollo de software es bien fácil. La gente lo ve como una ingeniería, pero es más un arte que una tarea, entonces uno tiene que tener la capacidad para eso. Se necesita mucha lógica. La matemática, ayuda en esa lógica, pero no es fundamental. No se necesita ir a una universidad, la mayoría de cosas que aprendí lo hice solo. El mejor programador que conozco nunca fue a la universidad.
La parte más difícil es la logística de comunicación, en esa es que nos concentramos y la hemos tomado como ventaja competitiva frente a otros clientes.
Un error que como empleador has cometido
Cuando empecé la compañía yo no sabía manejar mucho a la gente, eso conllevó a que creara un ambiente hostil para que la gente creciera. Hubo gente que perdimos que era muy valiosa y fue por mi culpa, por no crear un mejor ambiente. Eso me llevó a aprender y a tratar de hacer un ambiente mejor que en el principio.
¿Qué haces diferente en tus empresas?
Siento que aquí quieren ser dictadores, todo el mundo tiene que estar de acuerdo con el jefe porque él lo dice. Si alguien está siempre de acuerdo conmigo no puede trabajar conmigo, eso no es posible, o está “lambiendo” o se está sintiendo intimidado, en cualquiera de los dos casos no funciona. Hay que aceptar que hay diversidad y la diversidad trae riquezas. Ser tolerante significa que vas a tener que aceptar que hay otras gentes que piensan diferente que tú, actúan diferente que tú y tienen los mismos o mejores resultados.
¿Qué mensaje te gustaría hacer llegar a los empleadores dominicanos?
Yo diría que el hecho de que ellos tengan la suerte de manejar una empresa no hace que sean mejores que las otras gentes, y muchas veces esa es la forma que actúan, consideran que quienes están por debajo de ellos son menores, y cuando actúan así se ponen por debajo de ellos como persona.