Por: Braulio Rodríguez
Su presencia frágil no era limitante para poseer una inteligencia fuera de lo común, un arrojo en los planteamientos y una lógica discursiva de enorme coherencia. A todo esto se agregaba un carácter respetuoso sin dejar de decir su punto de vista con agudeza en mi clase de Economía Política, asignatura en la que utilizó la mayéutica socrática a fin de elevar la capacidad crítica de los estudiantes y de que sean cuidadosos en las argumentaciones.
Su nivel reflexivo era muy profundo al ser capaz de adentrarse en mi mente y descifrar enigmas que solo los superdotados como ella superan.
No pude callar cuando todas las pruebas a que la sometí fueron perfectas y le dije:
-Señorita Yeni, su límite es el cielo, usted llegará muy lejos en el derecho.
Tiempo después de graduarse en la carrera seguía sus pasos como ayudante del fiscal y mostraba una firmeza poco común y los delincuentes comenzaron a tomarla muy en serio.
Un día fue al aula en donde imparto docencia para pedirme un consejo.
-Profesor quiero volver a la universidad y deseo que me aconseje acerca de una decisión para escoger una carrera que ayude a perfeccionar mi labor en el ministerio público. No estoy segura si la psicología o la comunicación social complementaria mejor para mi trabajo.
Luego de agradecer la confianza depositada le contesté:
-Señorita Yeni, tanto el penalista como el ministerio público llegan a conocer al delincuente con más propiedad que el psicólogo. Estoy seguro que aprenderá con mucho rigor en el terreno de la práctica todas las argucias, entramados y engaños para obtener ganancia de causa de parte de los delincuentes.
Aprenderá a conocer al inocente en sus gestos, miradas, palabras y sobretodo en los hechos.
Le sugiero la carrera de comunicación Social. Somos cibaeños y como tales se nos van las “ies” en nuestras expresiones y aunque me siento orgulloso de hablar con la “i”, esa forma de hablar en un estrado podría quitarle peso a un argumento en otro escenario fuera del Cibao.
La carrera de comunicación le ayudará a exponer con propiedad los argumentos, a gesticular y poner énfasis a los puntos claves a señalar, a estudiar bien un expediente y sacar lo sustancial y lograr el efecto adecuado a su propósito.
Yeni oyó mi consejo. Mejoró su dicción, agudizó su olfato detectando a los criminales y sus expedientes limpios y con una elaboración juiciosa comenzaron a elevar su prestigio. Todo cuanto dice, lo puede probar.
Hoy Yeni Berenice Reynoso junto a doña Miriam Germán son dos de las mujeres más admiradas del pueblo dominicano.
Espero que su estrella siga un ritmo ascendente en el firmamento y yo desde la tierra disfrutaré su brillantez.