El tercer y último debate presidencial estadounidense entre la aspirante demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, que se celebra hoy en Las Vegas, supone la última oportunidad del magnate para limpiar su imagen tras sus escándalos sexuales y sus insinuaciones de fraude electoral.
Trump llegó al primer debate de finales de septiembre en Long Island (Nueva York) prácticamente empatado con Clinton en las encuestas, tras seguir una estrategia de moderación del mensaje. Sin embargo, las acusaciones de acoso sexual por parte de varias mujeres y la divulgación de un vídeo de 2005 con declaraciones denigrantes del magnate sobre las mujeres reveladas poco antes del segundo careo en San Luis (Misuri) el pasado día 9, devolvieron al multimillonario al ataque con tono agresivo y hosco.
Como respuesta, Trump apareció en San Luis con varias mujeres que habían acusado de acoso al expresidente y esposo de la candidata demócrata, Bill Clinton; y rechazó las suyas como “calumnias” que son parte de la campaña de los medios de comunicación para evitar su llegada a la Casa Blanca.
“Las elecciones están absolutamente amañadas por los deshonestos y distorsionados medios de comunicación que impulsan a la corrupta Hillary, pero también en varios lugares de votación. TRISTE”, dijo Trump en su cuenta de Twitter, su red social preferida para transmitir mensajes. Como consecuencia, Trump ha visto cómo importantes líderes del Partido Republicano daban un paso atrás y retiraban su apoyo al aspirante conservador.