El 25 de noviembre de 1960, fue la última vez que las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron vistas con vida antes que el dictador Rafael Leónidas Trujillo ordenara a cinco sicarios asesinarlas a ellas y a Rufino de la Cruz, el chófer que las trasladó desde Salcedo a Puerto Plata donde visitaban a sus esposos, quienes estaban presos por la dictadura.
Dedé Mirabal, la cuarta hermana, fue la única hija de Enrique Mirabal y Mercedes Reyes que sobrevivió a la tiranía de Trujillo y falleció en 2014, siempre que la entrevistaban recordaba el dramático momento en que tuvo que reconocer los cadáveres de sus hermanas en la morgue del hospital José María Cabral y Báez de Santiago.
“Dos estaban en una camilla y otra en el suelo”, así solía decir quien le tocó ser la madre de los seis hijos dejados en la orfandad por sus hermanas.
Este vil asesinato de las denominadas Mariposas, por oponerse fervientemente a la dictadura, rebosó la capacidad tolerante del pueblo dominicano. Fue también el detonante para que la indignación se adueñara de la población y pusieran fin al mandato del tirano.
El horrendo crimen político perpetrado contra las Mirabal, por haber enarbolado la bandera de la libertad, motivó a que desde 1981, las militantes del mundo en favor del derecho de la mujer observasen el 25 de noviembre como el día contra la violencia.
El 20 de diciembre de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer y el 17 de diciembre de 1999, a través de la resolución 54/134, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
En años recientes, la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha servido como ente motivador, invitando a los gobiernos, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales a que en ese día organicen actividades que vallan dirigidas a sensibilizar a la opinión pública con respecto al problema de la violencia contra la mujer.
El año pasado, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, expresó consternado que “la violencia sexual y basada en el género es la forma más extrema de la desigualdad global y sistémica que sufren las mujeres y las niñas. No conoce fronteras geográficas, culturales ni socioeconómicas. En todo el mundo, una de cada tres mujeres será objeto de violencia física o sexual…”.